Experiencia de dos horas donde te acercarás a la esencia más genuina del Kundalini Yoga, practicarás la última kriya que enseñó Yogui Bhajan en España.
Kartar estudió maestría directamente con yogui ji y los pioneros de esta tecnología sagrada.
Sácate de encima el estrés más molesto y vive la felicidad que por derecho te corresponde.
Las Olimpiadas habían revolucionado Barcelona por completo. Mi mentor me anunció la llegada de Yogui Bhajan, y que él iba a formar parte de la organización de la estancia del maestro.
Organizamos los traslados y planificamos un retiro en el pintoresco pueblo de Seva. Tuve la bendición de prestar mi servicio, utilizando mi furgoneta y el coche de Gurudass para recoger a todo el grupo y sus pertenencias. Recuerdo claramente cuando una de las secretarias me preguntó, “¿Hablas inglés?”. Antes de que pudiera responder, Yogui Ji intervino diciendo, “Habla un inglés perfecto”. Siempre nos animaba a proyectar lo mejor y lo más positivo.
Una vez que nos acomodamos en apartamentos adyacentes, empezaron a llegar estudiantes de diversas partes del mundo. Algunos de ellos habían solicitado audiencia y fueron atendidos en la sala de estar. Tuve el privilegio de observar cómo manejaba conflictos y canalizaba energías utilizando sabios consejos del dharma. También aprendí que al relacionarnos con un maestro espiritual, lo hacemos a través del seva, el servicio desinteresado. Yogui Ji me envió a comprar aceitunas, las cuales tuve que deshuesar una a una para servir en tostadas a los presentes. Además, él mismo cocinó algunos ingredientes personalmente.
Al día siguiente, me encontraba sentado en el balcón, leyendo mis oraciones -el Japji Sahib-, con vistas al bosque, cuando Yogui Ji apareció de repente. Me levanté respetuosamente y él me indicó que continuara con mi devoción. Se sentó cómodamente y esperó a que llegara el resto de su séquito. Fue entonces cuando nos enseñó por qué es importante mirar hacia la punta de la nariz durante las prácticas y cómo hacer japa mala.
Todos esperábamos con ansias la clase, aunque aún no sabíamos que sería la última que enseñaría en España, ya que los médicos le habían aconsejado no volar con tanta frecuencia. Durante la clase, nos desafió e inspiró con sus palabras: “He viajado más de 10,000 kilómetros para estar aquí. Si hay al menos una persona que pueda entender y aceptar lo que he venido a decir, este esfuerzo habrá valido la pena”. La clase nos movilizó por completo, llevándonos a bailar con el alma y despertando una poderosa y serena conciencia.
Hoy en día, he decidido compartir esta kriya, que no se encuentra en manuales publicados, con el mundo. Quiero transmitir la esencia del mensaje original humildemente y brindar la experiencia tan especial que algunos pocos tuvimos la fortuna de vivir.
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